PROFE MOCKUS.. NO TODOS USAMOS TAPARRABO
por: Ricardo Puentes Melo
“Permítanme hacer y controlar el dinero de la nación y no me importará quien escriba las leyes”.
(Mayer Rothschild)
Había decidido mantenerme alejado de la discusión que ha surgido en torno a Mockus, porque –he de ser sincero- tengo un par de amigos muy estimados, honestos e idealistas, trabajando en esa campaña.
Pero las cosas se pasaron ya de la raya. Los medios de comunicación, siempre devotos a Mockus (ya veremos por qué), abusan de la ingenuidad con acné de los muchachitos imberbes de las universidades, y de la mala memoria de los colombianos que parecen o quieren olvidar cuál es la verdad detrás del fenómeno publicitario de Mockus.
Mockus, ¿maestro de la educación o del engaño..?
Se titula a cuatro columnas y se escriben editoriales sobre la honestidad, la rectitud y la transparencia del profesor, y hasta sus detractores dicen que si bien Mockus no tiene perfil para ser gobernante ni para enfrentar a la guerrilla, sí lo reconocen como una persona que tiene buenas intenciones.
Bueno, amigos mockusianos.. lamento bajarlos de la nube. Mockus no tiene buenas intenciones. Su única intención es privatizar todo, desde la educación y las empresas de servicios públicos –en especial las energéticas-, hasta lo que le lleguen a ordenar quienes lo financian a él.
Cuando yo estaba en la Nacional, le planteamos al entonces vicerrector Mockus, la peligrosidad de las bandas de narcotráfico que operaban a sus anchas en la universidad, apoderándose de los espacios físicos para despachar toda clase de drogas. Esta tenebrosa mafia, aliada con las guerrillas de las FARC y el ELN, había llegado al colmo de asesinar estudiantes dentro del campus, y nadie quería investigar ni nadie quería hablar debido al pánico que producían estos amos y señores del hampa, que parecían estar actuando bajo la mirada cómplice de la administración universitaria.
Así que le preguntamos a Mockus cuándo haría algo para sacar a esas bandas de la universidad. Pero la respuesta nos dejó helados: El profesor, en su tradicional estilo autoritario, dijo que no sacaría a nadie ni haría nada al respecto; su solución Mockusalomónica fue: “El que quiera drogarse, que compre y se drogue… el que no, pues que no compre ni se drogue”; respecto al problema de las guerrillas en la universidad pública, contestó que la universidad era una representación del país, es decir, que nos jodiéramos. Así, la competición por precios hizo que la droga bajara y el Jardín de Freud se convirtiera en una especie de “puerto libre” donde personas de todas partes de Bogotá llegaban a comprarse su baretico, su basuco, su ácido, pepas, mandrax, lemon.. metacualona de la más pura fórmula. Y para bajar la traba, cerca de la Plaza Ché, dentro de la misma universidad, funcionaba una licorera con un ron a precios muy cómodos. Las borracheras que nos pegábamos los que no éramos muy adictos a la marimba, eran monumentales. Gracias, profesor Mockus..
Igual respuesta nos dio ante la pregunta de por qué estaba privatizando la universidad pública, “elitizándola” e imponiendo talanqueras a los estratos bajos que pujaban por obtener un cupo allí. Su tesis se resumió así: “Aquí sólo podrán entrar quienes puedan y tengan capacidad”. Por supuesto, esta “capacidad” no era capacidad intelectual, sino económica. Pero gracias a esa gestión, los del populacho pudieron tocar con sus propias manos y ver en vivo y en directo los Mercedes Benz, Audis, BMWs, Camionetas Cherokees y más coches de los nuevos estudiantes; coches que hasta ahora solamente estaban en revistas del Jet Set y en la televisión. Gracias por eso, profesor.
"Jardín de Freud" una de las ollas de droga en tiempos de Mockus
Bueno, amigos mockusianos.. lamento bajarlos de la nube. Mockus no tiene buenas intenciones. Su única intención es privatizar todo, desde la educación y las empresas de servicios públicos –en especial las energéticas-, hasta lo que le lleguen a ordenar quienes lo financian a él.
Cuando yo estaba en la Nacional, le planteamos al entonces vicerrector Mockus, la peligrosidad de las bandas de narcotráfico que operaban a sus anchas en la universidad, apoderándose de los espacios físicos para despachar toda clase de drogas. Esta tenebrosa mafia, aliada con las guerrillas de las FARC y el ELN, había llegado al colmo de asesinar estudiantes dentro del campus, y nadie quería investigar ni nadie quería hablar debido al pánico que producían estos amos y señores del hampa, que parecían estar actuando bajo la mirada cómplice de la administración universitaria.
Así que le preguntamos a Mockus cuándo haría algo para sacar a esas bandas de la universidad. Pero la respuesta nos dejó helados: El profesor, en su tradicional estilo autoritario, dijo que no sacaría a nadie ni haría nada al respecto; su solución Mockusalomónica fue: “El que quiera drogarse, que compre y se drogue… el que no, pues que no compre ni se drogue”; respecto al problema de las guerrillas en la universidad pública, contestó que la universidad era una representación del país, es decir, que nos jodiéramos. Así, la competición por precios hizo que la droga bajara y el Jardín de Freud se convirtiera en una especie de “puerto libre” donde personas de todas partes de Bogotá llegaban a comprarse su baretico, su basuco, su ácido, pepas, mandrax, lemon.. metacualona de la más pura fórmula. Y para bajar la traba, cerca de la Plaza Ché, dentro de la misma universidad, funcionaba una licorera con un ron a precios muy cómodos. Las borracheras que nos pegábamos los que no éramos muy adictos a la marimba, eran monumentales. Gracias, profesor Mockus..
Igual respuesta nos dio ante la pregunta de por qué estaba privatizando la universidad pública, “elitizándola” e imponiendo talanqueras a los estratos bajos que pujaban por obtener un cupo allí. Su tesis se resumió así: “Aquí sólo podrán entrar quienes puedan y tengan capacidad”. Por supuesto, esta “capacidad” no era capacidad intelectual, sino económica. Pero gracias a esa gestión, los del populacho pudieron tocar con sus propias manos y ver en vivo y en directo los Mercedes Benz, Audis, BMWs, Camionetas Cherokees y más coches de los nuevos estudiantes; coches que hasta ahora solamente estaban en revistas del Jet Set y en la televisión. Gracias por eso, profesor.
"Jardín de Freud" una de las ollas de droga en tiempos de Mockus
Con todo y eso, el profe lituano siempre me pareció una persona muy simpática. Lloraba por todo, se bañaba poco y lo pillamos bajo los efectos del cannabis varias veces… pero era simpático. Era una especie de extraterrestre y nos colábamos a sus clases en psicología para divertirnos a montones con sus discursos llenos de metáforas y figuras para descrestar calentanos.
A pesar de su origen hebreo-católico, Mockus se caracterizó por ser ateo, tal vez por la experiencia de sus padres en la Lituania stalinista de donde salieron. Sentía –no sé ahora- una devoción y una dependencia enfermiza hacia su mamá que lo llevaba a socializar poco y a rumbear casi nada. Ella le controlaba absolutamente todo, hasta las salidas a la calle. Gracias al poder que tenía en la Nacional, el profe aprovechó para dejarse seducir por traviesillas estudiantes que se le colaban en el cuarto de su casa a escondidas de su madre para retozar en unas incestuosas relaciones entre profesor y alumnas. ¡Te llevaste unos bombones…! ¡Sos fenómeno, profe…!
Pero ese pichón de emperador empezó a crecer como un golem lituano gracias a Raúl Barragán, una especie de Rasputín, amigo de la familia de Mockus y quien asesoró en esta carrera pública tan vertiginosa como malévola que ha tenido el profe.
Aunque César Gaviria fue quien lo nombró como su ficha en la Universidad Nacional, Gaviria contaba con el apoyo de Barragán para ir puliendo a Mockus en aplicar sus políticas neoliberales y aperturistas desde la misma academia. Gaviria, neoliberal, tampoco ha gustado de la educación pública gratuita.
Así que Mockus hizo la tarea a la perfección. Y Barragán también.
Desde entonces, Mockus se va convirtiendo poco a poco en una especie de estrella de televisión. Estando en un auditorio con estudiantes, en épocas en que no había celulares con cámara, y cuando las video cámaras eran un artefacto supremamente costoso, alguien, “un estudiante cualquiera” grabó el trasero del profesor cuando se lo enseñó a un público que le protestaba por la privatización de la universidad y por sus medidas autoritarias y déspotas. La prensa, obvio, registró las nalgas de Mockus, pero no dijo nada de la precariedad y los abusos que cometía Mockus en la Nacional. El espectáculo comenzaba entonces, con un libreto cuidadosamente escaleteado por Barragán.
Mockus mostrando su trasero
Con la mostrada de su ano, Mockus empezó una serie de espectáculos cantinflescos que la gran prensa, bajo la dirección del mandamás del momento, César Gaviria –y sus amigos de la banca multinacional- se encargaron de difundir ampliamente. Los medios –de propiedad de los oligopolios- le dijeron a los montañeros colombianos que las carajadas que hacía Mockus eran simbolismo en su más pura expresión, de significado difícilmente comprensible para nuestro intelecto criollo. Así, nos fue vendido un Mockus como si fuera suprahumano. El Tiempo, Semana, El Espectador, RCN, Caracol y los otros medios, le hicieron creer a la masa populachera e imbécil, que Mockus era una especie de genio, un superdotado incomprendido, un extraterrestre que estaba a años luz de nuestra mediocridad, y que deberíamos dar gracias a Jehová y al papa por habernos permitido tenerlo aquí. Faltó que nos obligaran a subir de rodillas a Monserrate para agradecerle al Señor Caído el que los curas lituanos se hubieran traído a Colombia a esta sagrada familia en vez de haberla llevado a Estados Unidos o Inglaterra, que eran naciones del nivel donde merecerían estar.
Barragán, el Rasputín tras el fenómeno Mockus, hizo que le pidieran la renuncia al profe a la rectoría de la Nacional luego de que Antanas le mostrara el pito y las pelotas a un grupito de estudiantes paisas, entre los cuales había muchachitas menores de edad. Hasta se les orinó encima.
Nuevamente, los medios de comunicación se encargaron de meternos el cuento chimbo de que mearse encima de las personas y mostrarles los genitales a menores de edad no era indecencia ni exhibicionismo merecedores de cárcel, sino que se nos dijo que sacarse las pelotas en público era otra genialidad que nosotros, indios patirrajados e idiotas, jamás comprenderíamos en toda la extensión semiótica de acto más sublime que se ha contemplado en toda la pobre historia de este país.
El siguiente acto en esta obra maquiavélica, era hacer que Gaviria despidiera a Mockus de la rectoría. Barragán sabía que a estas alturas del partido Mockus era visto por la indiamenta colombiana como una especie de Clark Kent que podía salvar a nuestra Metrópolis colombina: Bogotá. Y lo lanzaron a la alcaldía con bombos y platillos. Eso no fue casualidad.
Por supuesto, Bogotá no podía dejar pasar el honor de tener de alcalde a un émulo de Einstein y Hegel juntos, en un solo empaque. Y lo elegimos como alcalde.
El Barón David Rothschild, cabeza visible del Rothschild Bank. Esta poderosísima familia tiene múltiples inversiones en Colombia
La tarea de Mockus era privatizar lo que más pudiera, y entregarlo en manos de la familia Rothschild, poderosos dueños de la banca internacional, petroleras y de más del 80% del suelo israelí, entre otras cosas. Gaviria estaba entregando el país a las multinacionales a cambio de comisiones y de su nombramiento en la OEA y tenía entre su gabinete a Fabio Villegas, quien “curiosamente” pasó a la nómina de los Rothschild una vez terminó Gaviria su mandato. ¡Ah casualidades de la vida! Diría en acento lituano el papá de supermockus.
El asunto es que la labor de Mockus no era tanto llenar a Bogotá de saltimbanquis y mimos para enseñarnos cultura ciudadana a nosotros los aborígenes no-lituanos, sino que él debía privatizar los bienes del Distrito y entregarlos al capital internacional de los Rothschild. Para ello, contrató a varios amigos matemáticos, físicos y economistas y les encargó una tarea que solo podrían hacer los genios de las matemáticas y las finanzas: robar la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá. Para no cansarlos, esto lo veremos en la siguiente entrega con lujo de detalles.
Mientras los eruditos amigos de Mockus emprendían esta labor, el profe Antanas llenó la ciudad de saltimbanquis, mimos, payasos y símbolos. Como gran conocedor del impacto que tienen los símbolos sobre el ser humano, desde el mismo inicio de la civilización, Mockus los aprovechó al máximo. No construyó una sola vía, no invirtió en arreglos de calles, despidió a cientos de maestros y otros tantos empleados públicos dejando en la calle a sus familias. Y dijo que la platica era para cosas más importantes que arreglar las calles llenas de huecos. ¡Y sí que lo era! Mockus daba inicio a los estudios del Metro porque los Rothschild estaban detrás del jugoso contrato. Y la idea original era entregárselo a ellos. No se pudo, pero la idea se cambió por Transmilenio, otro robo de lo público que concretaron entre Mockus, Peñalosa y Lucho Garzón hoy, ¡casualidad tremenda..! reunidos todos en el Partido Verde para conseguir el botín mayor: la Presidencia de Colombia.
Hoy, como ayer, el profesor Mockus está convencido de que aquí todos seguimos en taparrabos.
(En la próxima entrega: Cómo se robaron la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá).
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