Pero muy pocos saben que el ex técnico de Universitario (93-95) y Cristal (96-97) es miembro de una iglesia cristiana evangélica y tiene su actual membresía en una iglesia bautista; además ha sido miembro del consejo directivo de la Sociedad Bíblica Uruguaya y su mayor afición es la lectura de la Biblia.
Sergio Markarián integra en su práctica de la profesión los valores y la ética cristianos. “El liderazgo del técnico está en guiar al grupo hacia los sentimientos positivos. Debe cuidar los aspectos humanos, destacarlos, subrayarlos y desarrollarlos. Tiene que respaldar a los líderes naturales para que sean ejemplo y guía de solidaridad, responsables, con buenos hábitos. Muchas veces esos líderes no son los más publicitados por los medios de prensa, pero sí los que generan la confianza del grupo” indica.
Es muy reconocido en un ambiente donde la corrupción golpea la puerta todos los días, como un hombre íntegro en el desempeño de su función y que no acepta componendas. “Hay factores de corrupción no siempre localizables. Lo del Juventus en Italia (hace unos años atrás, previo al mundial de Alemania 2006) es un patético y claro ejemplo. Sin embargo, el entrenador es responsable sobre ese grupo humano estampando un estilo “sugerido” de comportamiento siempre digno y útil, con premisas o propuestas para el presente inmediato que habiliten buenos hábitos para el futuro”, nos dice Markarián.
Es muy claro en sus convicciones cristianas en las cuales se mantiene firme. “Me trae dificultades, pero también satisfacciones” anota el entrenador uruguayo. Y, nos cuenta lo que le ocurrió con Sporting Cristal: “Salimos campeones en el 96, lo que nos habilitó a participar en la Libertadores del 97, por lo que teníamos que reforzar el equipo. El presidente del club me habló de un jugador de Ghana. Lo trajimos para probar, y resultó apto. Al presentarlo oficialmente estaba todo el periodismo deportivo y mucha gente. Al finalizar el acto, un hombre se acercó a saludarme. Era el representante del jugador y me agradeció que lo hubiera elegido. Agregó que, cuando recibiera el dinero de la transferencia, me mandaría lo que correspondía. Le pregunté qué significaba eso y me explicó que en esas operaciones siempre hay una comisión para el director técnico. Le dije que no la aceptaba por varias consideraciones, entre ellas que no podía quedar bajo presión de un compromiso así, que me cortara la libertad de decidir si un jugador jugaba o no. Insistió varias veces hasta que le puse punto final en forma terminante. Entonces me dijo “mire que usted es difícil”. “Unas semanas después, al regresar a mi casa, mi esposa me dijo: ¿Compraste pasajes para Italia y pagaste la estadía en el hotel?, ¡qué sorpresa! Yo no había sido. Pregunté a la agencia y descubrí que el representante era quien los había pagado. Le agradecí el gesto pero se los devolví y otra vez me dijo... pero ¡mire que usted es difícil!”.
Para finalizar, nos cuenta un anécdota en Montevideo: “Cuando se discutía sobre quién podía ser el nuevo técnico de la Selección, me metí en una conversación de bar y comenté: Leí de un tal Sergio Markarián que clasificó a la Selección paraguaya, dirigió en Perú, Grecia, ¿no andaría?” Me contestaron: “¡Ah, sí! Es muy buen técnico, pero Markarián no tranza, olvídese, no lo van a elegir”.
Así es el actual técnico de la selección peruana, un hombre íntegro en su fe. “Es cierto. Soslayo y rechazo lo que me parece equívoco o espurio. Desde mi fe en Cristo me es imposible aceptarlo. El apego a la Verdad, practicada de manera continua y natural, da coherencia y fuerza a la conducción, sustentando una ética práctica viva, que comienza como un reto y termina siendo una razón de ser, porque frente a los jóvenes otorga una credibilidad y una confianza que nadie como ellos sabe reconocer”, termina el técnico de la selección nacional.